JÁRKIV, Ucrania (AP) — La primera onda expansiva destrozó pasillos llenos casi hasta el techo de productos para mejorar el hogar. La siguiente bomba rusa cayó como cometa segundos después y provocó un incendio que convirtió la megatienda en un caparazón de cenizas.
Una tercera bomba no detonó cuando cayó detrás del complejo comercial Epicenter en Járkiv. Los investigadores esperan que esa les ayude a rastrear la cadena de suministro de la última generación de “bombas planeadoras” rusas modernizadas que arrasan el este de Ucrania. Las bombas de la era soviética se adaptan a bajo costo con componentes electrónicos importados que permiten que aviones de combate rusos distantes las lancen hacia Ucrania.
Otras ciudades que han sido devastadas por estas armas incluyen Avdiivka, Chasiv Yar y Vovchansk, y Rusia tiene suministros casi ilimitados de bombas que se envían desde aeródromos justo al otro lado de la frontera que Ucrania no ha podido atacar.
El gerente de la tienda, Oleksandr Lutsenko, dijo que el ataque del 25 de mayo insinúa el objetivo de Rusia para Járkiv: “Su meta es convertirla en una ciudad fantasma, hacer que nadie se quede, que no haya nada que defender, que no tenga sentido defender la ciudad. Quieren asustar a la gente, pero no tendrán éxito”.
En 2024, Rusia ha acelerado su destrucción de las ciudades de primera línea de Ucrania a una escala no vista antes en la guerra mediante bombas planeadoras y una red en expansión de pistas de aterrizaje, según un análisis de The Associated Press de videos grabados con drones, imágenes satelitales, documentos ucranianos y fotos rusas.
Los resultados se pueden ver en la intensidad de los ataques rusos recientes. Le tomó a Rusia un año destruir Bájmut, donde utilizó las bombas por primera vez. A esto siguió la destrucción en Avdiivka que le tomó meses. Luego, sólo necesitó semanas para hacer lo mismo en Vovchansk y Chasiv Yar, según imágenes analizadas por la AP que mostraban las ruinas humeantes de ambas ciudades.
Ahora, Rusia da los toques finales a otra pista de aterrizaje a menos de 100 kilómetros (60 millas) de Ucrania y lanza bombas de forma rutinaria desde múltiples bases apenas dentro de las fronteras rusas, según el análisis de la AP de imágenes satelitales y fotografías de un canal ruso de aviación en Telegram.
El bombardeo del complejo comercial Epicenter de Járkiv mató a 19 personas, entre ellas dos niños. En total, las bombas planeadoras han impactado la ciudad más de 50 veces este año, según Spartak Borysenko, de la fiscalía regional de Járkiv.
Mostró a la AP documentos de investigación que identificaban al menos ocho bases aéreas rusas utilizadas para lanzar los ataques, todas dentro de una franja de 100 kilómetros (60 millas) de Ucrania. Dijo que al menos una de las municiones tenía componentes electrónicos extranjeros y fue fabricada en mayo. Esa fecha sugiere que Rusia utiliza las bombas rápidamente y que ha eludido con éxito las sanciones a los productos de doble uso.
Las fotos en los canales rusos de Telegram vinculados al ejército muestran bombas planeadoras que son lanzadas en grupos de tres y cuatro a la vez. En un lanzamiento de cuatro bombas, la AP rastreó la ubicación del avión justo en las afueras de la ciudad rusa de Belgorod, cerca de la base aérea actualmente en construcción. Las cuatro bombas de la foto se dirigían hacia el oeste —con Vovchansk y Járkiv en su línea directa de fuego—.
A finales de mayo, el presidente ucraniano Volodymyr Zelenskyy dijo que Rusia lanzaba más de 3.000 bombas cada mes, y sólo en mayo utilizó 3.200.
Oleh Katkov, cuyo sitio Defense Express, de orientación militar, fue el primero en rastrear el lugar del lanzamiento, opinó que atacar las bases aéreas es la clave para ralentizar el ritmo de los bombardeos al obligar a los aviones rusos a despegar desde una distancia mayor.
“Eso no significa que detendrán sus bombardeos completamente, pero será más difícil para ellos”, agregó Katkov. “Podrán realizar menos salidas por día”.
Durante meses, los funcionarios ucranianos se quejaron amargamente por las restricciones al uso de armas suministradas por Occidente contra objetivos en Rusia, incluidos los aeródromos que albergan bombarderos rusos. Estados Unidos y Alemania autorizaron recientemente algunos objetivos en Rusia, pero muchos otros siguen fuera de su alcance.
El aeródromo más nuevo, en las afueras de Bélgorod, tiene una pista de 2.000 metros (2.187 yardas), encontró el análisis de la AP. La construcción comenzó a finales del verano de 2023, durante la fallida contraofensiva ucraniana.
Un funcionario de inteligencia ucraniano, quien proporcionó información a la AP bajo condición de anonimato, dijo que su gobierno había seguido de cerca la construcción que todavía no parecía completa en una fotografía tomada a mediados de junio.
El funcionario también señaló que Bielorrusia ofrece refugio a los bombarderos rusos. Un mapa creado por DeepState, un sitio de análisis del campo de batalla ucraniano, mostraba 10 aeródromos en Bielorrusia, incluidos cinco justo al otro lado de la frontera con Ucrania.
En total, el mapa de DeepState muestra 51 bases que Rusia utiliza dentro de 600 kilómetros (370 millas) del territorio controlado por Ucrania, incluidas tres en el este de la parte ocupada de Ucrania, seis en la península de Crimea —anexada ilegalmente— y 32 en Rusia.
“La mayor ventaja estratégica que tiene Rusia sobre Ucrania es su ventaja en el cielo”, dijo Zelenskyy la semana pasada. “Esto es terrorismo con misiles y bombas que ayuda a las tropas rusas a avanzar sobre el terreno”.
Rusia lanza hasta 100 bombas guiadas diariamente, agregó Zelenskyy. Además de los misiles y los drones, que Rusia ya utiliza habitualmente para sus ataques, las bombas causan “una presión increíblemente destructiva”.
El material base para las bombas planeadoras proviene de cientos de miles de bombas no guiadas de la era soviética, que luego se adaptan con aletas retráctiles y sistemas de guía para transportar de 500 a 3.000 kilogramos (1.100 a 6.600 libras) de explosivos. La mejora cuesta alrededor de 20.000 dólares por bomba, según el Center for European Policy Analysis (Centro de Análisis de Políticas Europeas, o CEPA), una institución no partidista con sede en Washington que analiza tendencias que afectan la democracia, seguridad y defensa. Y las bombas pueden lanzarse desde una distancia de hasta a 65 kilómetros (40 millas) de su objetivo —fuera del alcance de los sistemas regulares de defensa aérea de Ucrania.
Las bombas son similares en concepto a los misiles estadounidenses Munición conjuntas de ataque directo (JDAM, por sus siglas en inglés) cuyos sistemas GPS han sido bloqueados con éxito por las fuerzas rusas en Ucrania.
Como Rusia no tiene la fuerza para ocupar ciudades del este como Járkiv, bombardearlas es su opción preferida, expuso Nico Lange, analista del CEPA.
“Desde su punto de vista, la estrategia parece ser aterrorizar lo suficiente a las ciudades como para que la gente se vaya”, dijo Lange.
De regreso en la tienda de mejoras para el hogar en el complejo comercial Epicenter, las imágenes de vigilancia tomadas justo antes de la explosión muestran a la vendedora Nina Korsunova caminar hacia el pasillo en que trabajaba ese día. Luego hubo un destello cegador y la cámara se apagó.
Korsunova se acurrucó en posición fetal cuando una pantalla se estrelló encima de ella. Se descubrió los ojos justo a tiempo para ver la segunda bomba en el interior. Con los tímpanos reventados, no podía oír nada y no vio ni una sola señal de vida.
“Pensé que estaba sola y que me habían abandonado allí. Eso me dio la fuerza para salir”, refirió. Se arrastró sobre montones de lámparas destrozadas y los cables se enredaron en sus piernas al trepar entre los escombros del pasillo de suministros eléctricos.
Dos semanas después, el esqueleto del edificio apestaba a una combinación desorientadora de metal quemado y el detergente para ropa que se derramó de empaques derretidos en el pasillo de productos de limpieza.
Ni Korsunova ni el gerente de la tienda tienen planes de abandonar su ciudad natal.
“Eso no me derrumbó”, dijo ella. “Me quedaré en Járkiv. Éste es mi hogar”.