POR: CHINEDU ASADU
KANO, Nigeria (AP) — Cuando el megáfono convocó a las oraciones islámicas diarias, el no creyente tomó su misbaha —sus cuentas de oración— y deambuló por las calles para unirse a otros en la mezquita de Kano, la ciudad más grande del norte de Nigeria. Exmusulmán, ahora se identifica como ateo, pero no lo dice y cumple sus obligaciones religiosas sólo como pantalla.
“Para sobrevivir como ateo, no puedes actuar como tal”, dijo el hombre, quien habló con The Associated Press a condición de guardar el anonimato por temor a su seguridad. Dijo que escapó por poco de ser linchado por una turba en 2015 después de que algunas personas descubrieran que había abandonado el islam.
“Si alguna vez dijera en el norte de Nigeria que soy ateo, sería una sentencia de muerte automática”, dijo el hombre de poco más de 30 años y propietario de un negocio.
En algunas partes del mundo, las personas sin filiación religiosa van en aumento y pueden ser, de manera segura y pública, “nones” —que puede traducirse como “ninguna”, por “ninguna religión”—y se identifican como ateos, agnósticos o nada en particular. En países como Nigeria, la situación es totalmente distinta.
Los no creyentes en Nigeria dijeron que siempre han sido tratados como ciudadanos de segunda clase en el país profundamente religioso, cuya población de 210 millones está dividida casi en partes iguales entre cristianos —que predominan en el sur— y musulmanes, que son mayoría en el norte. Si bien el sur es relativamente seguro para los no creyentes, algunos dicen que las amenazas y ataques han empeorado en el norte desde que el líder de la Asociación Humanista de Nigeria, Mubarak Bala, fue arrestado y posteriormente encarcelado por blasfemia.
The Associated Press habló con siete no creyentes para documentar sus experiencias. La mayoría habló de forma anónima y en sitios secretos por temor a ver vulnerada su seguridad.
“El encarcelamiento de Bala hizo que nuestro movimiento pasara a la clandestinidad”, dijo Leo Igwe, un fundador de la asociación humanista, con respecto al líder del grupo, que en 2022 fue encarcelado por 24 años. Un tribunal lo condenó por 18 cargos de blasfemia contra el islam y alteración de la paz pública a través de sus publicaciones en Facebook.
Desde que Bala fue procesado por el gobierno del estado de Kano, la asociación humanista —que cuenta con varios cientos de miembros— ha pasado a la clandestinidad, y enfrenta amenazas a miembros que ya no celebran reuniones, dijo Leo.
La Constitución de Nigeria establece la libertad de religión y de expresión, pero los activistas dicen que las amenazas a la libertad religiosa son comunes, especialmente en el norte.
Casi la mitad de los países de África, incluida Nigeria, tienen leyes que prohíben la blasfemia. En la mayoría de los tribunales seglares de Nigeria, la pena más severa por un cargo de blasfemia es de dos años de prisión, mientras que en los tribunales islámicos activos en el norte conlleva la pena de muerte.
No hay registros de ejecuciones de este tipo en años recientes. La sentencia de muerte más reciente, dictada en diciembre contra un clérigo islámico, no se ha aplicado.
La ley sharía que rige en los tribunales islámicos define los actos blasfemos como aquellos cometidos por cualquiera que “intencionalmente abuse, insulte, menosprecie, humille o busque incitar al desprecio del santo profeta Mahoma”.
Pero qué constituye exactamente un insulto al islam suele estar abierto a la interpretación de los acusadores; algunos presuntos delincuentes han sido atacados y asesinados antes de un juicio.
Al menos tres personas han sido asesinadas por presunta blasfemia en el norte de Nigeria en el último año. La víctima más reciente fue un musulmán asesinado a pedradas en junio tras ser acusado de blasfemia contra el islam durante una discusión en un mercado. Entre quienes lo apedrearon había niños, según un video revisado por la AP.
Las autoridades de Nigeria no han actuado para impedir este tipo de ataques, y los enjuiciamientos han sido raros, afirmó Isa Sanusi, director de Amnistía Internacional en el país africano.
“El alarmante aumento de los asesinatos y acusaciones por blasfemia subraya la urgencia con la que las autoridades deben despertar a las obligaciones jurídicas internacionales de Nigeria de respetar y proteger los derechos humanos, incluida la libertad de religión”, declaró Sanusi.
Los perpetradores de tales ataques ignoran las enseñanzas islámicas, que desalientan la violencia y no obligan a nadie a adherirse involuntariamente, dijo el profesor Usman Dutsinma, subdirector del Centro para la Civilización Islámica y el Diálogo Interreligioso de la Universidad Bayero de Kano.
“Lo mejor que puedes hacer es hacerlo razonar”, dijo Dutsinma sobre los no creyentes. “Pero si alguien censura el islam … se deben tomar algunas medidas punitivas contra él. Eso es lo que marca el islam”.
Las amenazas contra los no religiosos en Nigeria son comunes en las redes sociales. En un grupo de Facebook llamado Anti-Atheist, los usuarios publicaban con frecuencia mensajes para molestar o amenazar a los ateos, utilizando el idioma hausa del norte de Nigeria.
El ateo de Kano, en una habitación con poca luz, habló con una mezcla de determinación y miedo sobre sus experiencias como no creyente en una nación donde aproximadamente el 98% de la población son cristianos o musulmanes, según el Centro de Investigaciones Pew, un grupo de expertos que brinda información sobre actitudes, tendencias y problemáticas de Estados Unidos y el mundo. Una publicación de Bala en Facebook, en 2015, en la que criticaba algunas enseñanzas islámicas, influyó en el cambio del hombre hacia el ateísmo.
El hombre dijo que creó su propia cuenta de Facebook con un perfil falso, y regularmente publicaba comentarios que cuestionaban la religión. “Mi mayor temor es que las personas con las que vivo sepan que soy ateo”, refirió.
Ni siquiera sus familiares saben que es ateo, aunque su esposa, musulmana, lo acepta tal como es. “Su tipo es muy poco común”, dijo.
Bala, quien alguna vez fue musulmán, era visto como un miembro influyente de la comunidad humanista; la mayoría de los no creyentes que hablaron con la AP dijeron que los había inspirado. Hasta que fue declarado culpable, hizo varias publicaciones en Facebook que cuestionaban la religión, lo que a menudo le granjeó amenazas.
En abril de 2020, compartió una publicación en la que señalaba que él y otros humanistas en el norte de Nigeria “afirman que no hay Dios”. Un usuario pidió que Bala fuera condenado a la pena de muerte.
La vida como no creyente en Nigeria también es difícil para las mujeres, que ya están muy subrepresentadas en el gobierno y otros sectores clave.
“Tus logros se reducen a nada si careces de religión”, dijo Abosuahi Nimatu, quien abandonó la universidad en el estado de Katsina en 2020 para escapar de la violencia después de que sus compañeros se enteraron de que ya no era musulmana.
Nimatu era tan cercana a Bala que la prolongada detención de él la deprimió durante un año, refirió. Usó su cuenta de Facebook para hacer campaña por su liberación, lo que provocó amenazas que llegaron a su teléfono celular y a su correo electrónico. La dirección de su casa fue compartida entre personas que amenazaban con atacarla a ella y a su familia.
Incluso en casa hay poca tranquilidad. A menudo se le recuerda que —como mujer no creyente— ningún hombre se casaría con ella.
“Te ven como una persona rebelde y descarriada”, dijo.
En 2020, Nigeria se convirtió en la primera democracia laicista designada por el Departamento de Estado de Estados Unidos como “País de Especial Preocupación” por participar en o tolerar “transgresiones sistemáticas, continuas y atroces contra la libertad religiosa”. Posteriormente fue eliminada de esa lista de países, lo que generó críticas de la Comisión de Estados Unidos sobre Libertad Religiosa Internacional, que dice que Nigeria debería ser añadida de nuevo.
“Las condiciones de libertad religiosa en Nigeria siguieron siendo deficientes, ya que actores estatales y no estatales continuaron cometiendo transgresiones generalizadas y atroces contra la libertad religiosa”, dijo la comisión en su informe anual de 2022.
A veces, esa intolerancia proviene de la propia familia.
Un hombre del estado de Yobe dijo que se vio obligado a abandonar su casa en 2019 cuando su tío descubrió que pertenecía a un grupo ateo en WhatsApp, lo que le provocó amenazas de muerte. Regresó a casa sólo después de fingir ser un musulmán practicante a pesar de seguir siendo un ateo no declarado, con Bala respaldándolo firmemente.
“Antes de que arrestaran a Mubarak, uno tenía la sensación de que había alguien que podía responsabilizarse de ti incluso si tu vida estaba en peligro. … Pero ahora estás abrumado por una sensación de miedo y peligro inminente de que no puedes tener ninguna forma de apoyo de parte de nadie”, dijo el hombre, ahora estudiante universitario.
Es una realidad diferente para quienes abiertamente no tienen filiación religiosa en el sur de Nigeria; incluso celebran reuniones públicas ocasionalmente. Los dos ateos que hablaron con la AP en Lagos —una importante ciudad comercial— dijeron que nunca han sido atacados ni amenazados por no ser religiosos.
Busayo Cole, que solía ser cristiano y tuvo un padre adoptivo que era obispo anglicano, dijo que su familia es indiferente ante el estatus religioso de él. Más allá de su familia, las peores consecuencias que enfrenta son comentarios sarcásticos ocasionales.
“La gente aquí en el sur es más liberal sobre cosas como esas”, dijo Cole.
En la prisión de Kuje en Abuya, Bala cumple su condena de cárcel y recibe visitantes de vez en cuando, incluida su esposa Amina Ahmed, también humanista. Ella fue a verlo recientemente con su hijo de 3 años, quien sólo tenía seis semanas cuando Bala fue detenido.
Él está de buen ánimo, dijo Ahmed sobre su marido. Pero ha sido difícil para ella, desde que se recuperaba del parto mientras su esposo permanecía tras las rejas.
“Estoy tratando de ser fuerte (pero) mi fuerza a veces me falla”, dijo ella.
En prisión, Bala se mantiene decidido como humanista a pesar de sus experiencias desde abril de 2020, cuando fue arrestado, aunque le preocupa la seguridad de su familia y de los humanistas que lidera en Nigeria.
Esas preocupaciones fueron las que lo llevaron a declararse culpable, dijo su esposa, y recordó lo preocupado que había estado de que una declaración de inocencia pudiera causar más ira en el norte de Nigeria y ponerlo en mayor peligro. También esperaba que una declaración de culpabilidad le ayudara a recuperar el acceso a la atención sanitaria y también para su joven familia, algo que se le había negado durante la mayor parte de los casi dos años que estuvo en régimen de aislamiento antes de ser declarado culpable.
Al igual que Ahmed, la comunidad humanista nigeriana espera que una apelación de la condena de Bala le traiga la libertad.
“Por ahora, sólo tengo que seguir fingiendo (ser religioso)”, dijo el ateo en Kano. “Incluso si me voy a toda prisa a algún lugar y digo que soy ateo, mi familia no estará segura”.